Estados Unidos y Reino Unido lanzaron una serie de bombardeos contra objetivos hutíes en Yemen durante la madrugada del sábado, en respuesta a los ataques con misiles que estos llevaron a cabo contra buques petroleros en el mar Rojo el pasado 3 de enero.
Los ataques, que se prolongaron durante varias horas, se centraron en instalaciones militares y de defensa aérea hutíes en las provincias de Sanaa y Taiz. Según el Pentágono, los ataques causaron «daños significativos» a las capacidades militares de los hutíes, incluyendo la destrucción de radares, sistemas de defensa antiaérea, drones y misiles balísticos y de crucero.
Los hutíes, que están respaldados por Irán, han declarado una «guerra abierta» a Estados Unidos y Reino Unido en respuesta a los bombardeos. El movimiento ha amenazado con atacar objetivos estadounidenses y británicos en todo el mundo.
Los hutíes, un movimiento chiíta apoyado por Irán, han estado en guerra con el gobierno yemení, respaldado por Arabia Saudí, desde 2015. La guerra ha causado una grave crisis humanitaria, con millones de personas necesitadas de ayuda.
La escalada de tensión en Yemen ha suscitado la preocupación de la comunidad internacional. La ONU ha llamado a todas las partes a la calma y a evitar una escalada del conflicto.
La ONU ha expresado su preocupación por la escalada de tensión en Yemen y ha llamado a todas las partes a la calma. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha dicho que los bombardeos «podrían tener consecuencias desastrosas para la paz y la seguridad en la región».
Los bombardeos son un giro significativo en la guerra civil de Yemen. Podrían conducir a una escalada del conflicto y a una mayor inestabilidad en la región. Los hutíes han declarado una «guerra abierta» a Estados Unidos y Reino Unido, y han amenazado con atacar objetivos estadounidenses y británicos en todo el mundo. Esto podría conducir a una escalada del conflicto y a un mayor sufrimiento para el pueblo yemení.