Todos tenemos deseos en la vida. Algunos se cumplen, otros no. Ser millonario, ser inmortal, ¡ser quien repartió golpes en la combi!
¿Te quisieras vengar del ladrónzuelo que te quitó tus pertenencias? ¡Denuncia!
No todos tienen la fortuna de intercambiar papeles con sus verdugos, pero sí podemos prevenir futuros atracos, porque la rata donde pega una vez, pega dos veces. Y una vez que le avisas a la doña justicia que un delito ocurrió y das información, es más fácil monitorear los lugares donde merodean los roedores.
Además, obligas a las autoridades a trabajar. Alguna vez, a todos, un ser sin escrúpulos nos la arrebató y nos dejó tristes, decepcionados y sin ganas de subirnos a otra. Y no me refiero a la virginidad, sino a la bicicleta, la diversión de grandes y chicos. Presta atención, porque a esta sabandija ya lo tenían bien ensartado, pero él todavía no lo sabía, tanto los policías como los reclusos.
Frente a las cámaras, cortó la cadena que resguardaba la bicla y se la llevó como si fuera suya, pues por dentro, así lo creía, pero por fuera, se la pelaría.
Y se subió y empezó a cantar. Ya se sentía Tintán el victorioso con su bicicleta nueva, pero las denuncias previas de personas que habían sido víctimas de este delito previnieron a las autoridades para montar un pequeño operativo y agarrar a estas ratas que te mostraré en este y otros videos.
Desde las alturas, las cámaras veían cómo regresaba a su madriguera y se coordinaban para que, como vemos en las imágenes, lo interceptaran con sus potros motorizados y lo llevaran al ministerio público para que saliera más rápido de lo que te gastas tu quincena.
También encontraron a la víctima y la invitaron a que denuncie, al menos para que quede en el expediente las fechorías de ese roba biclas.
Los hechos que te muestro sucedieron en la Alameda Central, Bellas Artes, en la Ciudad de México. Un lugar muy turístico y asiduo de los mexicanos.
Muchos van a dar el rol y tomarse fotos, así como estos pilluelos que, para fintar a la gente alrededor, uno de ellos hace como si se estuviera tomando una selfie mientras el otro cómplice saca la herramienta con la que cortará la cadena.
Una vez hecho el trabajito, el cortador se hace el despistado y se va del lugar como si no conociera a su picador, mientras el pitufo vanidoso hace como si hubiera terminado su momento influencer, se trepa a la bicicleta y toma el mismo rumbo que su picador.
Una vez juntitos, uno se trepa atrás para escapar mientras todo el camino le va dando arrimones de camarón.
Ya cuando estaban cerca de la coladera, digo, de su casa, sintieron la recia, les dio frío, les temblaron las chichis al ver que la doña justicia los correteaba, así que desistieron de su valioso botín, dejaron tumbada la bicla, ¡y papitas pa’ qué las quiero, fuga!
Y aunque no se ve el momento de su arresto, sí se vio cuando llegaron al ministerio público con el cuerpo del delito.
Porque huyen y se esconden en su ratonera, porque les pones queso y caen en la trampa, porque se sienten león y son ratón. Por eso y muchas cosas más, antes que yo naciera, a esta subespecie de humanos ya les decían ratas, y vemos cómo cayó redondito en la trampa de las bicicletas.
Y mientras vemos la persecución por calles del centro de la ciudad, te digo que así como vemos en estos videos, muchas veces el problema no es arrestar a los ladronzuelos, sino el resto del aparato de justicia, donde hay fallas y corruptelas que no permiten justicia. Y lo peor es que, una vez ya encerrados, no hay una reinserción en la sociedad, no hay quién eduque a esas piltrafas que nacieron en un hogar sin educación ni valores. No es eficiente, al contrario, sales más maleado y con ganas de desquitarte con la vida que te puso desde que naciste en una situación con desventajas.

